Viaje de Darwin a las Islas Galápagos.
Diario y descripción de la geología, fauna
y flora
15 de septiembre de 1835.- El archipiélago de las Galápagos
se compone de diez islas principales, de las cuales cinco son mucho más
grandes que las otras. Está situado este archipiélago junto al
Ecuador, a 500 ó 600 millas al oeste de la costa de América.
Todas las islas se componen de rocas volcánicas; algunos fragmentos de
granito vitrificados de un modo especial y modificados por el calor constituyen
apenas una excepción. Varios cráteres que coronan las islas
más grandes tienen extensión considerable y se elevan a 3.000
ó 4.000 pies, viéndose a los lados otros innumerables orificios
menores. No dudaría en asegurar que hay por lo menos dos mil
cráteres en todo el archipiélago; ora formados de lavas o
escorias, ora de tobas admirablemente estratificadas y muy parecidas al
gres. La mayor parte de islas tienen formas simétricas y deben su origen
a erupciones de lodo volcánico sin erupción de lava. Y, hecho
notable, los veintiocho cráteres, compuestos de la manera que acabo de
indicar y que he examinado por mí mismo, tienen el lado meridional mucho
menos elevado que los otros, y en algunos hasta quebrado y arrancado. Como
parece casi seguro que todos estos cráteres se han formado en medio del
mar, sin dificultad se explica aquel hecho en cráteres compuestos de
materia tan poco resistente como la toba, por razón de que los vientos
alisios y las olas procedentes del Pacífico unirían sus esfuerzos
para combatir la costa meridional de todas las islas.
El clima no es en extremo cálido, teniendo en cuenta que están las islas bajo el mismo Ecuador, y esa circunstancia se debe sin duda a la muy baja temperatura de las aguas que las rodean, que están muy mezcladas con la gran corriente polar del sur. Llueve raras veces, fuera de una estación cortísima, y aun en ésta con poca regularidad; pero están siempre las nubes muy bajas, lo que hace que la parte inferior de las islas sea por demás improductiva, mientras que las superiores, desde 1.000 pies en adelante, tienen clima húmedo y vegetación muy abundante. Donde más y mejor se produce ésta es en las regiones expuestas a los vientos, por se las primeras en recibir y condensar los vapores de la atmósfera.
El 17
por la mañana desembarcamos en la isla Chatham.
Como todas las demás,
es redondeada y no tiene más de particular que unas cuantas colinas,
restos de antiguos cráteres. En una palabra, no hay nada menos
atractivo que el aspecto de esta isla. Arbustos raquíticos, tostados por
el sol y que apenas pueden vivir, cubren en toda su extensión una corriente de lava
basáltica negra, de rugosísima superficie y hendida en varias
partes por inmensas grietas. Calentada en exceso por los rayos de un sol
ardiente, la superficie del terreno, callosa a fuerza de estar seca, hace
pesado y asfixiante el aire como si saliese de un horno. Parecíanos
que hasta los árboles se sentían mal. Traté de recoger
todas las plantas que pude, pero obtuve muy pocas, y son todas hierbas tan
pequeñas y de aspecto tan enfermizo, que más bien parecen de la
flora ártica que de la ecuatorial. Vistos a cierta distancia, me
parecían los arbustos desprovistos de hoja, como lo están
nuestros árboles- en invierno; y se tarda mucho tiempo en
descubrir que no sólo tienen todos tantas hojas como pueden tener, sino
que la mayoría están es flor.
El
más común pertenece a la familia de las euforbiáceas.
Sólo dos árboles dan un poco de sombra y son: una acacia y un
gran cactus de forma muy grotesca. Dícese que después de la
estación de las lluvias reverdecen en parte por algún tiempo. El
único país en que he visto vegetación comparable a la
de las Galápagos en la isla volcánica de Fernando Noronha,
situada, por muchos conceptos, en condiciones análogas.
Rodea el
Beagle la isla Chatham y ancla en varias bahías. Paso una
noche en tierra, en una parte de la isla donde hay un gran número de
conitos truncados negros y poco elevados; cuento hasta sesenta y todos
coronados por cráteres más o menos perfectos. Casi todos
consisten en un anillo de escorias rojas, cimentadas en conjunto; no se elevan
apenas más que de 50 a 100 pies sobre el nivel del llano de lava, y
ninguno da signos de actividad reciente. Toda la superficie de esta parte de la
isla parece haber sido agujereada, como una espumadera por los vapores
subterráneos; en varios puntos, se halla soplada, en grandes burbujas,
la lava, todavía maleable; en otros sitios se han desplomado las
cubiertas de las cavernas así formadas y se ven en el centro pozos
circulares con sus brocales derechos. La forma regular de estos numerosos
cráteres da al país un aspecto de artificio, que me recuerda
mucho el de las regiones del Stafforshire donde hay muchos altos hornos.
Hacía un calor horroroso; sentía increíble angustia
arrastrándome sobre aquella superficie rugosa; pero el extraño
aspecto de una escena ciclópea compensaba con exceso mis fatigas.
Durante el paseo encontré dos tortugas, cada una de las cuales
debería pesar 200 libras; una de ellas se comía un pedazo de
cactus, y cuando me acerqué me miró con atención y se
alejó lentamente; la otra dio un silbido formidable y
escondió la cabeza bajo el caparazón. Estos reptiles inmensos,
rodeados de lavas negras, de arbustos sin hojas y de colosales cactus me
parecen verdaderos animales antidiluvianos. Los pocos pájaros, de
colores oscuros, que encontré no parecieron ocuparse de mí
más que de las grandes tortugas.
23 de septiembre.-
Dirígese el Beagle a la isla
Desde
hace mucho tiempo es bastante frecuentado este archipiélago; primero,
por los cazadores y ahora por los balleneros; pero casi no hace más que
seis años que se ha establecido una pequeña colonia. Hay doscientos
o trescientos habitantes, y casi todos son gentes de color condenados por
causas políticas en la República del Ecuador, cuya capital
es Quito. La colonia se ha instalado a cuatro millas y media tierra adentro y a
unos 1.000 pies de elevación. La primera parte del camino que a ella
conduce está entre arbustos sin hojas, parecidos a los que hemos visto
en la isla Chatham. Un poco más arriba se presentan más
verdes, y al llegar a la cumbre o vértice de la isla se disfruta una
fresca brisa del sur y descansa la vista una hermosa vegetación verde.
Las hierbas bastas y los hongos abundan también en esta región
superior; pero no hay helechos arborescentes, ni se encuentra tampoco
ningún miembro de la familia de las palmeras, cosa tanto más
extraña, cuanto que a 360 millas más al norte, toma nombre la
isla de los Cocos del sinnúmero de cocoteros que la pueblan.
Están construidas irregularmente las casas en un terreno llano,
donde se cultivan la patata y las bananas. Difícil es imaginar el gusto
con que volvemos a ver el mantillo, después de tanto tiempo de no ver
más que el suelo abrasado del Perú y de Chile septentrional.
Aunque los habitantes se quejan sin cesar de la pobreza, se proporcionan sin
gran trabajo todos los alimentos que necesitan. En los bosques encuentran
muchos jabalíes y cabras monteses; pero su principal alimento son
las tortugas. Aun cuando ha disminuido muchísimo en esta isla el
número de estos animales, se dice que en dos días de caza debe
obtenerse alimento para el resto de la semana. Se asegura que antiguamente se
llevaban algunas lanchas de una sola vez hasta setecientas tortugas, y que los
tripulantes de una fragata se llevaron a la costa en un sólo día
doscientas.
29 de
septiembre.- Doblamos
el extremo sudoeste de la isla de Albemarle, y al día siguiente nos
alcanza una calma entre esta isla y la de Narborough. Las dos islas
están cubiertas por enorme cantidad de lava negra que se ha desbordado
de los inmensos cráteres, como la pez se sale del vaso en que se la hace
hervir, o se ha escapado por los pequeños orificios de los lados del
cráter. En su caída han cubierto estas lavas gran parte de la
costa. Se sabe que en estas dos islas se han verificado algunas erupciones, y
en la de Albemarle hemos visto nosotros escapar un chorrito de humo por el
vértice de uno de los cráteres grandes. Por la tarde anclamos en
la bahía de Bank en las costas de Albemarle, y al siguiente
día me voy a tierra. Al sur del cráter de toba resquebrajado en -que
ha echado el ancla el Beagle
hay otro de forma
elíptica y simétrico, cuyo eje mayor tiene poco menos de una
milla y unos 500 pies de profundidad En el fondo hay un lago y en su centro ha
formado un islote otro pequeñísimo cráter. Hacía un
calor horroroso; el lago con su agua transparente y azulada me atraía
insensiblemente; me precipité en las cenizas que formaban sus
orillas y medio asfixiado por el polvo me apresuré a probar el agua; por
desgracia era saladísima.
En las
rocas de la costa abundan lagartos negros de tres o cuatro pies de longitud; en
las colinas hay en igual cantidad otra especie y unos huían al vernos y
otros se ocultaban en su agujero; pero ahora describiré con detalles las
costumbres dé estos dos reptiles. Toda esta parte septentrional de
la isla Albemarle es sumamente estéril.
8 de
octubre.- Llegamos
a la isla James, que como la de
Un
día acompañé a los españoles en su ballenera hasta
una salina o lago donde se proporcionan la sal. Después de desembarcar
tenemos que hacer un largo viaje por una capa de lava reciente, muy rugosa, que
casi ha rodeado un cráter de toba, en cuyo fondo está el lago de
agua salada. No hay más que tres o cuatro pulgadas de agua que descansan
sobre una capa de sal blanca preciosamente cristalizada. El lago es redondo, y
lo rodean magníficas plantas de color verde brillante; las paredes,
casi perpendiculares, del cráter, están cubiertas de
árboles; todo el cuadro es, en una palabra, por demás curioso y
pintoresco.
Hace algunos
años asesinaron los marineros de un ballenero a su capitán
en estos apartados lugares: entre las malezas he visto su cráneo.
Durante
la mayor parte de nuestra estancia, una semana, estuvo el cielo despejado;
cuando dejaba de soplar el alisio por espacio de una hora, el calor se
hacía insoportable. Dos días seguidos marcó el
termómetro en el interior de la tienda durante algunas horas 930F
(330,8C), pero al aire libre, al sol y al viento no marcaba
más que 850F (290,4C). La arena estaba
extraordinariamente caliente; coloqué un termómetro en arena
parda y subió enseguida el mercurio a 1370F (580,3C),
y no sé hasta dónde hubiese llegado, porque, por desgracia,
terminaba allí la escala. La arena negra estaba todavía
más caliente, en tales términos, que apenas se podía andar
por encima aun llevando botas muy gruesas. Muy curiosa es la historia natural
de estas islas, y merece la mayor atención. La mayor parte de las
producciones orgánicas son esencialmente indígenas, y no se las
encuentra en ninguna otra parte; hasta entre los habitantes de las
diferentes islas se encuentra cierta diversidad. Todos los organismos tienen,
sin embargo, cierto grado de parentesco más o menos marcado con los de
América, aun cuando separan al archipiélago del continente 500
ó 600 millas de océano. En una palabra, este archipiélago
forma por sí solo un pequeño mundo, o más bien un
satélite adjunto a América, de donde ha sacado algunos
habitantes y de donde procede el carácter general de sus producciones
indígenas. Extraña todavía más el número de
seres aborígenes que alimentan estas islas, teniendo en cuenta su poca
extensión. Viendo todas la colinas coronadas por sus cráteres, y
perfectamente marcados todavía los límites de cada corriente
de lava, hay motivo para creer que, en una época geológicamente
reciente se extendía el océano donde se encuentran ellas hoy.
Así pues, tanto en el tiempo como en el espacio nos encontramos frente a
frente del gran fenómeno, del misterio de los misterios: la primera
aparición de nuevos seres sobre la tierra.
Respeto
de mamíferos terrestres, no hay más que uno que pueda
considerarse como indígena: un ratón (Mus galapaguensis), y
hasta donde yo puedo asegurarlo se halla confinado en la isla Chatham, la
más oriental del grupo. Mister Waterhouse me dice que pertenece a una
división de la familia de los ratones particular en América. En
la isla James se encuentra una rata, muy diferente de la especie común,
que ha merecido ser denominada y descrita por Mister
Waterhouse; pero como
pertenece a la rama de la familia que habita el antiguo mundo, y como muchos
barcos han visitado esta isla durante los ciento cincuenta últimos
años, es indudable que debe ser una simple variedad producida por
clima, alimentación y país nuevos y por todo extremo originales.
Aun cuando nadie tiene derecho a sacar conclusiones que no se apoyen en hechos
adquiridos, debo decir que el ratón de Chatham
puede ser una especie americana
importada a esta isla. En un lugar muy poco frecuentado de las Pampas he visto,
en efecto, un ratón vivo en el tejado de una choza recién
construida; lo probable es que hubiese sido llevado en algún buque; y el
doctor Richardson ha observado hechos análogos en la América
septentrional.
Me he
proporcionado veintiséis especies de pájaros terrestres, todos
especiales, de este grupo de islas; no se los encuentra en ninguna otra parte,
a excepción de un gorrión parecido a la alondra de
Norteamérica (Dolichonyx
ovyzivorus) que
habita ese continente hasta los 540 de latitud norte, y que
frecuenta los pantanos. Las otras veinticinco especies de pájaros
consisten: 1.0 en un halcón que, por su figura, es un curioso
intermedio entre el halcón voraz y el grupo americano de los Polyboros, que se alimentan de carne podrida, y se aproxima mucho
a estos últimos pájaros por todas sus costumbres y hasta por la
voz; 2.0 dos búhos que representan a los de orejas cortas y a
los blancos de las granjas de Europa; 3.0 un reyezuelo, tres
papa-moscas (dos de éstos últimos son especies de Pyrocephalus, y uno o dos no deberían considerarse sino como
variedades, en concepto de algunos ornitólogos), y una paloma;
aunque todos se parecen a las especies americanas, son muy diferentes; 4.0
una golondrina que, aun cuando no se diferencia de la Progue purpurea de ambas Américas sino en que es más
oscuro su plumaje, y es más pequeña y más fina, la consideró
Mister Gould como específicamente distinta, y 5.0
tres especies de pájaros burlones1,
forma que caracteriza en particular a América.
Los
otros pájaros terrestres forman un grupo muy especial de gorriones que
se parecen entre sí por la conformación de los picos, por la cola
corta, la forma del cuerpo y el plumaje. Hay trece especies que ha dividido Mister Gould en cuatro subgrupos. Todas son exclusivas de
este archipiélago, lo mismo que el grupo entero, a excepción
de una especie de subgrupo Cactornis,
importado hace poco de
la isla Bow, que
forma parte del archipiélago Peligroso.
Con
frecuencia se ven las dos especies de Cactornis posarse en las flores de los grandes cactus; pero todas las otras especies de este grupo de
gorriones habitan los terrenos secos y estériles de los distritos
bajos, mezcladas sin distinción y marchando en bandadas. Los machos de
todas las especies, o por lo menos de la mayoría de ellas, son negros
como el azabache; las hembras, con una o dos excepciones a lo más,
son pardas. El fenómeno más curioso es la perfecta
graduación en el grueso de los picos, en las diferentes especies de
Geospira, que varía entre el tamaño del de
un pico-gordo y el de un pinzón; y si ha comprendido Mister Gould, con
razón en el grupo principal, el subgrupo Certhidea podría decirse que hasta el tamaño del
pico de una silvia. El pico del Cactornis se parece algo al del estorvino; el del cuarto
subgrupo, Camarhynchus,
afecta en cierto modo
la forma del papagayo. Al
considerar esta graduación y diversidad de conformaciones en un grupito
de pájaros tan próximos unos a otros, podría creerse que
en virtud de una pobreza original de pájaros en el archipiélago, se
había modificado una sola especie para llegar a fines diferentes. Del
mismo modo podría imaginarse que un pájaro primitivamente
próximo a los búhos había llegado a desempeñar el
papel de los Polyborus
en el continente
americano.
No he podido proporcionarme más que once especies de zancudas y pájaros acuáticos, y sólo tres de ellas, incluso un rascón que se encuentra en las cumbres húmedas de la isla, son especies nuevas. Teniendo en cuenta las costumbres errantes de las gaviotas, es muy raro que la especie que habita estas islas sea también original, aunque resulte muy inmediata a otra especie que frecuenta las partes meridionales de Sudamérica.
El
carácter propio, mucho más marcado que el observado en los
pájaros terrestres, es decir, que de veintiséis especies,
veinticinco son nuevas o al menos razas nuevas, en comparación con las
zancudas y las palmípedas, concuerda bien con la mayor extensión
de la habitación de estos últimos órdenes en todo el
mundo. No tardaremos en ver que la ley en
virtud de la cual las formas acuáticas sean de agua dulce o salada,
difieren menos, en un punto cualquiera de la superficie del globo, que las
formas terrestres correspondientes a las mismas clases, se encuentra a la
perfección confirmada por las conchas, y en menor grado por los insectos
de este archipiélago.
Dos zancudas son algo menores que las mismas
especies importadas en estas islas; también la golondrina es algo
más pequeña, por más que se dude que sea diferente de su
análoga. Los dos búhos, los dos papamoscas (Pyrocephalus) y la
paloma son también más pequeñas que las especies
análogas, pero diferentes, con las cuales tienen más inmediato
parentesco, y la gaviota, en cambio, es más grande.
Los dos búhos, la golondrina, las tres
especies de sinsontes, la paloma en sus colores aislados, pero no el
conjunto de su plumaje, el Totamus y la gaviota tienen colores más
oscuros que las especies análogas, y en particular los sinsontes y
el tótamus mucho más oscuros que los de todas las demás
especies de los dos géneros. Fuera de un reyezuelo que tiene una hermosa
pechuga color escarlata, ninguno de estos pájaros tiene colores
brillantes, como hubiera podido creerse hallándose en el Ecuador. Esto
parece probar que las mismas causas cuya acción ha hecho disminuir el
tamaño de algunas de las especies inmigrantes, han obrado también
haciendo más pequeñas y de colores más oscuros la mayor
parte de las especies peculiares del archipiélago de las
Galápagos.
Todas las plantas tienen un aspecto miserable,
y no he encontrado ni una flor. Por su parte los insectos son pequeños,
tienen colores oscuros, y, como dice Mister Waterhouse, nada podría hacer
sospechar en ellos que proceden de un país ecuatorial. En una palabra;
pájaros, plantas e insectos tienen el carácter del desierto, no
tienen colores más brillantes que los dula Patagonia meridional. Podemos
asegurar, pues, que los colores magníficos que de ordinario se ven en
las producciones intertropicales, no provienen ni del calor ni de la luz
particular de estas zonas, sino que se deben a otra causa: quizá a que las condiciones de existencia son
más favorables a la vida.
Examinemos ahora el orden de
los reptiles, que caracteriza en especial la zoología de estas
islas. No son muchas las especies, pero sí el número de los
individuos de cada una. Hay un lagarto pequeño que pertenece a un
género de América merdional, y, por lo menos, dos especies de Amblyrhynchus, género propio de
las Galápagos. Hay también una culebra muy abundante,
idéntica, según Mister Bibron, al Psammophis Temminckü de
Chile. Creo que hay más de una especie de tortuga de mar, y dos o tres
especies o razas de tortugas de tierra, como lo probaré a continuación.
No se encuentran sapos ni ranas, lo que me ha sorprendido mucho, porque
los bosques húmedos, situados en lugares templados de estas islas,
parecían propios para estos animales. Esto me recuerda la
observación de Bory Saint-Vincent: que no se encuentra ningún
representante de esta familia en las islas volcánicas de los grandes
océanos. Hasta donde yo he podido apreciarlo, y consultando diversas
obras, parece muy exacta esta observación respecto de todo el
océano Pacífico y aun de las grandes islas que forman el
archipiélago de las Sandwich. Tal vez forma excepción a esta
regla la isla Mauricio, donde he visto gran número de ejemplares de Rana mascariensis, dícese que
esta rana habita hoy las islas Seychelles, Madagascar y Burbón. Pero,
por otra parte, asegura Du Bois, en su viaje de
1769, que no había en Burbón más reptiles que las
tortugas; y, a su vez, el oficial del Rey afirma que antes de 1768 se
trató, sin resultado, de introducir las ranas en la isla Mauricio,
creo que para usarlas como alimento. Estos hechos nos permiten dudar de que la
rana sea animal indígena en las islas Galápagos. La falta de la
familia de las ranas en las islas oceánicas es tanto más notable
cuanto es considerable el número de lagartos que se encuentran en las
islas más pequeñas. ¿Provendrá esa diferencia de la
mayor facilidad con que los huevos de los lagartos pueden ser transportados a
través del agua salada, protegidos por conchas calcáreas,
mientras que el desove de las ranas se perdería seguramente?
Comenzaré por
describir las costumbres de la tortuga (Testudo
nigra, antiguamente llamada índica)
a que tantas veces me he referido. Creo que en todas las islas del
archipiélago se encuentran estos animales, pero con seguridad en el
mayor número. Parece que prefieren las partes elevadas y
húmedas, aun cuando también se las encuentra en las bajas y
áridas. El número de tortugas cazadas en un día prueba su
abundancia. Algunas alcanzan tamaños fabulosos; un inglés
subgobernador de la colonia, Mister Lawson, me ha dicho que ha visto tortugas tan grandes, que se necesitan
seis u ocho hombres para levantarlas del suelo, y que algunas daban hasta 200
libras de carne. Los machos viejos son los más grandes; las hembras muy
pocas veces adquieren tales magnitudes; se distingue muy bien el macho de
la hembra en que tiene la cola más larga. Las tortugas que habitan las
islas donde no hay agua, o las partes bajas y secas de las otras islas se
alimentan principalmente de cactus. Las
que frecuentan las regiones altas y húmedas comen hojas de distintos
árboles, una especie de baya ácida y desagradable llamada guayavita y un liquen filamentoso verde
pálido (Usuera plicata) que
cuelga como trenzas de las ramas de los árboles.
La tortuga es muy aficionada
al agua: bebe grandes cantidades y se revuelca en el barro. Las islas algo
grandes de este grupo son las únicas que tienen manantiales, situados
siempre en la parte central, y a gran altura. Las tortugas que habitan las
regiones bajas, se ven obligadas a hacer largos viajes cuando tienen sed. A
fuerza de pasar por los mismos sitios han trazado verdaderos caminos que
irradian en todas direcciones desde los manantiales hasta la costa; siguiendo
estos senderos fue como descubrieron los españoles los manantiales. Cuando
yo desembarqué en la isla Chatham me preguntaba con extrañeza, qué animal sería el que
tan metódicamente seguía los senderos trazados en la
dirección más corta. Es muy curioso ver cerca de los manantiales
un gran número de estos inmensas criaturas, dirigiéndose unas con mucha prisa hacia el agua con el cuello
extendido, y las otras marchando en calma con la sed satisfecha. Cuando la
tortuga llega al manantial, sin preocuparse de si la miran o no, sumerge la
cabeza en el agua y traga apresurada grandes bocanadas, unas diez por minuto.
Dicen los habitantes que todas las tortugas permanecen tres o cuatro
días cerca del manantial y luego vuelven a las regiones bajas del
país; pero es difícil saber si repite con frecuencia las visitas.
Probablemente se acomodarán a la naturaleza de los alimentos que
usen. De todas maneras, es cierto que pueden vivir hasta en las islas en que no
hay más agua que la que cae durante los pocos días lluviosos del
año.
Está
probado ya hoy, creo, que la vejiga de la rana sirve de reservorio a la humedad
necesaria para su existencia; y parece ser que ocurre lo mismo con la tortuga;
pues se nota, en efecto, que después de su visita a los manantiales se
distiende la vejiga de estos animales de un modo extraordinario, y se
llena de un fluido que disminuye por grados, haciéndose cada vez menos
puro. Los habitantes que viajan por las regiones bajas aprovechan esta
circunstancia, cuando la sed acosa, y beben el contenido de la vejiga si
está llena. He visto matar una tortuga en estas condiciones, y el agua
que contenía la vejiga estaba perfectamente límpida, aunque con
sabor algo amargo. No obstante, los habitantes comienzan por beber el agua que
se encuentra en el pericardio, que dicen es mucho mejor.
Cuando
las tortugas se dirigen a un punto determinado, caminan día y noche y
llegan al límite de su viaje mucho más pronto de lo que
podría creerse. Los habitantes han observado a algunos de estos animales
que tenían marcados, y han llegado a saber, por este medio, que andan 8
millas en dos o tres días yo he vigilado a una tortuga grande, y andaba
60 metros en diez minutos; lo que hace 360 metros por hora, o sea, seis y medio
kilómetros al día, dejando un poco de tiempo para que comiese en
el camino. Durante el celo, en que el macho y la hembra están reunidos,
produce el primero un grito ronco, especie de ladrido, que puede oírse,
dicen, a más de 100 metros. La hembra no hace uso de la voz nunca, y el
macho sólo en la época que he citado; por lo cual, cuando se oye
el tal ruido se sabe que los dos animales están juntos.
En la
época de mi visita (octubre), ponían las hembras, que depositan
sus huevos en grupos; cuando el suelo es arenoso los cubren con arena, y cuando
es rocoso los depositan en los agujeros o fisuras que pueden encontrar. Mister Bynoe
encontró siete en una sola fisura. El huevo es blanco y esférico:
he medido uno que tenía siete pulgadas y tres octavos de circunferencia,
que era, por lo tanto, más grueso que un huevo de gallina. Los
búhos hacen encarnizada guerra a las tortugas jóvenes al
salir del huevo; las que llegan a viejas no prece que
mueran sino por accidente, cayendo, por ejemplo, desde lo alto de un
precipicio; al menos, los habitantes de las islas me han asegurado que no
han visto nunca que una tortuga muera de muerte natural.
Se cree
que estos animales son completamente sordos, y en efecto, no oyen a una persona
que camine inmediatamente detrás de ellos. Es muy divertido
adelantarse a uno de estos monstruos que marcha tranquilamente; en cuanto
observa al hombre, silva con fuerza, encoge las patas y la cabeza,
cubriéndolas con el caparazón y se deja caer con abandono sobre
el suelo como si hubiese sido víctima de un golpe mortal. Muchas veces
montaba yo sobre la concha y golpeando en la parte posterior de ésta se
levanta el animal y sigue marchando; pero es muy difícil sostenerse de
pie encima de ellas cuando andan. Grandes cantidades se consumen de carne de
estos animales, ya fresca,
ya salada; las partes grasas proporcionan un aceite en extremo límpido.
Cuando se coge una tortuga se empieza, por lo común, haciéndole
una abertura en la piel cerca de la cola para ver si la gordura llena todo el
espacio hueco de debajo de la concha. Si no está bastante gorda se la
deja ir y dicen que no le perjudica nada en adelante la referida
operación. Para apoderarse de una tortuga de tierra no basta, como se
hace con las de mar, volverla patas arriba, porque casi siempre logra volverse
a su posición normal.
Es casi
seguro que esta tortuga es habitante indígena del archipiélago
de las Galápagos; pues se la encuentra en todas o en casi todas las
islas de este grupo, hasta en las muy pequeñas en que no hay agua. Si
hubiese sido importada esta especie, es probable que no lo hubiera sido en un
archipiélago tan poco frecuentado. Además los cazadores antiguos
la han encontrado en cantidad mucho mayor de la que se halla ahora. Mister Vood y Mister Rogers decían
también en 1778 que, según los españoles, no se la
encuentra en ninguna otra parte del mundo. Hoy se encuentra esta tortuga
en muchos puntos, pero es dudoso que sea indígena en ningún otro
lugar. El esqueleto de una tortuga encontrado en la isla Mauricio, al mismo
tiempo que el de un Dodo extinguido,
se considera por la mayoría de los naturalistas como perteneciente a
esta especie. Si así fuese debería ser indígena de esa
isla; pero Mister Bibron
está convencido de que es una especie distinta como la que hoy habita la
repetida isla.
Es peculiar de este archipiélago un
género muy notable de lagarto, el Amblyrhynchus, del cual hay dos
especies que se parecen mucho, aunque una es terrestre y la otra
acuática Esta última (Amblyrhynchus cristatus) fue
descrita por primera vez por Mister Bell, el cual viendo su cabeza ancha y corta y sus fuertes
garras de igual longitud, predijo que sus costumbres deberían ser muy
originales y diferir mucho de las de su pariente más próximo, la
iguana. Este lagarto es muy común en todas las islas del
archipiélago; no vive más que en las rocas de la costa; nunca se
le encuentra a más de diez metros de la orilla del mar. Es un
animal horrible, de color negro, sucio; parece estúpido y sus
movimientos son muy lentos. La longitud general de un individuo que haya
alcanzado el máximo de su crecimiento viene a ser de un metro, pero los
hay hasta de cuatro pies de largo; yo he visto uno que pesaba veinte libras:
parece que se desarrollan mejor en la isla de Albemarle. La cola es
aplanada lateralmente, y las patas en parte palmeadas. A veces se les ve nadar
a varios cientos de metros de la costa. Dice el capitán Colluet en
el relato de su viaje: «Estos lagartos se van al mar a pescar por
manadas, o descansan al sol sobre las rocas; pueden, en fin, llamárseles
cocodrilos en miniatura». No hay que pensar, sin embargo, que se
alimenten de peces. Nadan con la mayor facilidad y con gran rapidez; avanzan
imprimiendo a su cuerpo y cola aplastada una especie de movimiento ondulatorio. Mientas
nadan dejan las patas inmóviles y extendidas a los lados del cuerpo. Un
marinero le ató un peso grande a uno de estos animales para sumergirle,
creyendo matarle así enseguida, y cuando al cabo de una hora lo
sacó del agua estaba el lagarto tan vivo como antes. Sus miembros y sus
poderosas garras están perfectamente dispuestos para arrastrarse por las
masas de lava rugosa y llena de fisuras que forman estas costas. A cada paso se
encuentra un grupo de seis o siete de estos horribles reptiles tendidos al sol
en las rocas negras a pocos pies por encima del agua.
He abierto varios lagartos de éstos; y casi
siempre he visto su estómago fuertemente distendido por una planta
marina pulverizada (Ulvoe) que crece bajo la forma de hojas delgadas de color
verde brillante o rojo oscuro. No recuerdo haber visto esta planta marina en
cantidad de importancia sobre las rocas alternativamente cubiertas y
descubiertas por la marea, y tengo algunas razones para creer que crece en el
fondo del mar a cierta distancia de la costa. Si así sucede se explica
muy bien que estos animales anden en el mar. El estómago no tenía
más que esa planta. Mister
Bynoe ha encontrado, sin embargo, un pedazo de escarabajo en el
estómago de otro de estos lagartos; pero ha podido encontrarse
allí por accidente, como la oruga que encontré yo entre los
líquenes en el estómago de una tortuga. Los intestinos son
grandes como en los demás animales herbívoros. La naturaleza
de los alimentos de este lagarto, la conformación de su cola y patas,
el hecho de habérsele visto sumergirse voluntariamente en el agua prueban
de un modo terminante sus costumbres acuáticas; a pesar de lo cual presenta bajo este punto de vista una anomalía
extraña: cuando se asustan, no se arrojan al agua, por lo cual es muy
fácil cazar estos animales aun en sitios que caigan sobre el mar, donde
se dejan coger por la cola mejor que saltar al agua. Ni parecen tener siquiera idea de
morder; pero cuando están muy asustados arrojan por cada ventana de
la nariz una gota de cierto fluido. He tirado a uno varias veces seguidas, y
todo lo lejos que he podido, en un estanque profundo que había dejado la
marea al retirarse, y volvía invariablemente en línea recta
al punto en que yo me hallaba. Nadaba cerca del fondo con movimientos
rápidos y graciosos; a veces se ayudaba con las patas en el fondo del
estanque. Al llegar cerca de la orilla, pero todavía dentro del agua,
trataba de ocultarse bajo las masas de plantas marinas o entrándose en
cualquier hendidura, y cuando creía pasado el peligro salía de su
agujero para volver a tenderse al sol, sacudiéndose tan fuertemente
como podía. Varias veces cogí este mismo lagarto
persiguiéndole hasta un punto donde hubiera podido entrarse en el agua,
pero, ¡nada! no pude decidirle a que lo hiciese; por muchas veces que lo
echase, volvía de la manera que he dicho. Podría explicarse, tal
vez, esta estupidez aparente por el hecho de que este reptil no tiene
ningún enemigo al cual temer en la costa, mientras que cuando
está en el mar debe ser alguna vez presa de los muchos tiburones que
frecuentan estos parajes; habiendo, por tanto, en él un instinto
fijo y hereditario que le impulse a mirar la costa como lugar de seguridad y a
refugiarse a ella en cualquier circunstancia.
Durante
nuestra estancia, en octubre, vi muy pocos individuos pequeños de
esta especie; todos tenían, por lo menos, un año. Es, pues,
probable, que no hubiese comenzado todavía la estación del
celo. A varias personas pregunté si podrían decirme
dónde depositaban los huevos estos lagartos, y todos me contestaron a
una que ni sabían siquiera cómo se propagaban, por más que
todos conocían muy bien los huevos de la especie terrestre; lo cual es
bastante extraordinario teniendo en cuenta lo muy común que es la
especie marina.
Examinemos
ahora la especie terrestre (Amblyrhyncbus
Demarlii). Esta
especie tiene la cola redonda y las patas no son palmeadas. En lugar de
encontrarse como la especie acuática en todas las islas, no habita
ésta más que las partes centrales del archipiélago, es
decir, las islas Albermarle, James, Barrington e Infatigable. En las islas
Habitan
en madrigueras que labran a veces entre fragmentos de lava, pero con
más frecuencia en las partes planas de la toba blanda que se parece
al gres. Sus cuevas no deben ser muy profundas; penetran
bajo el terreno formando un ángulo muy pequeño con la
superficie, de modo que cuando se anda por un sitio habitado por estos lagartos
se hunden los pies a cada paso. Con una de las patas delanteras escarba la
tierra cierto tiempo, echándola hacia la pata trasera, colocada de
manera que impida que la tierra caiga en el agujero; cuando se cansa de un
lado, trabaja con las patas del otro, y continúa así
alternativamente. He pasado mucho rato viendo a uno en esta labor, hasta que la
mitad de su cuerpo desapareció en el agujero; me acerqué a
él entonces y le tiré de la cola. Pareció muy sorprendido
de este accidente y salió del agujero para ver en qué
consistía, y se quedó mirándome cara a cara como
queriéndome decir: «¿Por qué diablos me tira usted
de la cola?»
Estos
animales comen durante el día y se apartan poco de sus madrigueras; si
se les asusta corren de una manera muy cómica: no lo pueden hacer muy
deprisa, sino cuando bajan una pendiente a causa de la posición lateral
de sus patas. No son miedosos, y cuando miran a alguno con atención,
levantan la cola, se empinan sobre las patas delanteras, agitan sin cesar
la cabeza de arriba abajo y procuran tomar el aspecto más malo posible;
pero en el fondo no son dañinos: golpeándolos con el pie
bajan enseguida la cola y huyen con toda la prisa que pueden. He observado
muchas veces que los pequeñuelos que comen moscas imprimen a sus cabezas
el mismo movimiento de arriba a abajo que cuando observan alguna cosa; y
no puedo darme explicación de este hecho. Poniendo frente a frente dos animales
de éstos, luchan y se muerden hasta hacerse sangre.
Los
individuos que habitan las regiones bajas del país, y son el mayor
número, apenas encuentran una gota de agua en todo el año; pero
comen mucho cactus, aprovechando las ramas que rompe el viento. Cuando yo
veía dos o tres juntos, me divertía echándoles un
pedazo de cactus: era graciosísimo ver cómo se apoderaba uno de
ellos y trataba de tragárselo, a semejanza de los perros amaestrados
cuando le quitan un hueso a sus compañeros. Aunque no mastican sus
alimentos, comen muy despacio. Los pájaros saben que estos animales son
inofensivos; he visto a los gorriones ir a picotear el extremo de un pedazo de
cactus; planta que apetecen mucho todos los animales de la región
inferior, mientras que un lagarto mordía el otro extremo; y no es raro
que el pajarillo salte luego y vaya a posarse sobre el lomo del reptil.
He
abierto varios animales de éstos y tienen siempre el estómago
lleno de fibras vegetales y de hojas de diferentes árboles, en
particular de una acacia. En la región superior comen con más
frecuencia las bayas ácidas y astringentes de la guayavita; debajo de
estos árboles he visto muchas veces, juntos, varios lagartos y grandes
tortugas. Para buscar las hojas de acacia trepan por los árboles poco
elevados, y no es raro ver un par de ellos ramonear posados tranquilamente en
una rama a varios pies de elevación. Cocidos estos lagartos tienen
una carne muy blanca y son manjar muy estimado por las gentes cuyo
estómago no se altera por la imaginación. Ya observó
Humboldt que en todas las regiones intertropicales de Sudamérica se
aprecia como muy delicada la carne de los lagartos que habitan lugares secos.
Aseguran los habitantes que los lagartos de las regiones húmedas de la
isla beben agua, pero los otros, al contrario que las tortugas, no hacen nunca
viaje para beber. En la época de mi visita llevaban las hembras en el
cuerpo muchos huevos gruesos y alargados; los ponen en las madrigueras y son
muy solicitados por los habitantes para comérselos.
Como ya
he dicho, se parecen estas dos especies de Amblyrhynchus
por su
conformación general y por la mayor parte de sus costumbres. Ninguna de
las dos disfruta de los movimientos rápidos que caracterizan los
géneros Lacerta e Iguana, y ambas son herbívoras, aun cuando sus alimentos
sean tan diferentes. Mister Bell ha denominado así este género
por lo corto de su hocico; la forma de la boca puede compararse también
a la de la tortuga, y tal vez sea consecuencia de sus hábitos
herbívoros. En suma, es muy interesante encontrar un género bien
caracterizado que tiene una especie marina y otra terrestre, confinado en esta
pequeñísima parte del mundo. La especie acuática es la
más notable en el sentido de que es el único lagarto -conocido
que se alimenta de plantas marinas. Ya he dicho que no son tan notables estas
islas por el número de especies de reptiles como por el de individuos de
tales especies. Recordando los senderos construidos por los millares de
tortugas colosales de tierra, las muchas tortugas marinas, los verdaderos hormigueros
de amblyrhynchus terrestres, la innumerable serie de representantes de la
especie marina que a cada paso se encuentran en las rocas quebradizas de la
costa en todas las islas del archipiélago, hay que admitir que en
ninguna otra parte del mundo reemplaza este orden a los mamíferos
herbívoros de un modo tan extraordinario. Considerando el geólogo
lo que ocurre en el archipiélago de las Galápagos, se encuentra a
su pesar transportado a la época secundaria, en que los lagartos,
herbívoros unos, carnívoros otros, y cuyas dimensiones no pueden
compararse más que con las de nuestras actuales ballenas, habitaban en
número inconmensurable tierra y mar. Es fenómeno digno de notar con insistencia el de que en lugar
de tener este archipiélago un clima húmedo y una
vegetación exhuberante, sea en realidad muy árido, y para
ser país tropical de muy templado clima.
Las
quince especies de peces de mar que aquí he podido proporcionarme son
todas nuevas. Se distribuyen en doce géneros muy extendidos todos, a
excepción del Prionotus, cuyas cuatro especies conocidas habitan los
mares del oriente de América. He recogido diez y seis especies de
conchas terrestres y dos variedades muy determinadas, que son peculiares de
este archipiélago, a excepción de un Helix que se encuentra en Tahití y en la
tierra de VanDiemen. Antes de nuestro viaje se había proporcionado
aquí Mister Cuming noventa especies de conchas marinas, a pesar de
lo cual no tenía varias especies de Trochus, de Turleo, de Monodowta y de Nasa, que
todavía no han sido específicamente estudiadas. Mister Cuming
ha tenido la bondad de comunicarme los interesantes resultados siguientes a que
ha llegado: 49 de estas 90 conchas son desconocidas en otras partes, hecho
más extraño dada la amplitud inmensa de la habitación de
las conchas marinas. Entre las 43 que se encuentran en otras partes del mundo,
25 habitan la costa occidental de América y ocho de éstas no son
más que variedades; las 18 restantes, incluso una variedad, las ha
encontrado Mister Cuming en el archipiélago Peligroso, y algunas
en Filipinas.
Conviene
observar que conchas que procedan de islas situadas en el centro del
Pacífico, se encuentran también aquí; ninguna concha
marina es común, en efecto, a las islas de este océano y a la
costa occidental de América Bañando el océano esta costa
en las direcciones norte y sur está separada en dos provincias
conchológicas completamente distintas; el archipiélago de las
Galápagos parece formar un verdadero punto de cita donde se han
producido muchas formas nuevas, y a donde cada una de esas provincias conchológicas
ha enviado varios colonos. La provincia americana ha enviado allí
representantes de sus especies, puesto que se encuentra en las
Galápagos: una especie de Monoceros, género que no existe más que en
la costa occidental de América, y especies de Fisturella o de Cancellaria, género común en dicha costa,
pero que según Mr. Cuming no se encuentra en las islas centrales del
Pacífico. Hay, por otra parte, en las Galápagos especies de Oniscia y de Stilifer, género frecuente en las islas
occidentales y en los mares de la China y de la India, pero que no se encuentra ni en
la costa occidental de América ni en el Pacífico central.
Puedo añadir que Mister Cuming y Mister
Hinds han comparado unas
2.000 conchas encontradas en las costas occidentales y orientales de
América, y sólo una bahía que habitase a la vez las Indias
occidentales, la costa de Panamá y las islas Galápagos: la Púrpura patulata. En esta parte del mundo encontramos, por lo
tanto, tres grandes provincias marítimas conchológicas
enteramente distintas, aunque muy próximas entre sí, puesto que
no las separan más que largas lenguas de tierra o brazos de mar que se
extienden de norte a sur.
He
recogido con mucho cuidado todos los insectos que he podido encontrar; pero,
fuera de la Tierra del Fuego, no he visto país más pobre que
éste en la materia. Hasta en las regiones húmedas superiores hay
muy pocos insectos, donde no he visto casi más que unos cuantos dípteros
y otros himenópteros pequeños de forma muy común. Como ya
he indicado, son muy pequeños todos los insectos y de colores sumamente
oscuros, si se considera que se hallan en un país tropical. He recogido
veinticinco especies de escarabajos, sin contar un
Dermeste y un Corinetes,
importados dondequiera
que toca un barco; de esas veinticinco especies pertenecen dos a los
harpálidos, dos a los hydrophílidos, nueve a tres familias de
heterómeros y las otras doce a otras tantas familias diferentes. El hecho
de que los insectos, y puedo añadir también que los vegetales,
cuando son pocos en número, pertenecen a muchas familias diferentes,
creo que es muy general. Mister Waterhouse, que ha publicado una descripción de
los insectos de este archipiélago y a quien debo los detalles que acabo
de indicar, me dice que hay en aquellas islas algunos géneros nuevos.
Entre los no nuevos uno o dos son americanos, y los otros los hay en todo el
mundo. A excepción del Apate, que se alimenta de maderas, y uno o
quizá dos escarabajos acuáticos, procedentes del continente
americano, todas las especies parecen nuevas.
Bajo el
punto de vista botánico, presenta este archipiélago tanto
interés como bajo el zoológico. El doctor Hooker
publicará pronto en
las Linnean
Transactionr un
estudio detallada de esta flora y ha tenido la amabilidad de comunicarme
las particularidades siguientes: conócense- hasta ahora 185 especies de
plantas con flores y 40 especies criptógamas, en total 225 especies; yo
he tenido la fortuna de describir 193. De las 225, hay 100 que son nuevas,
limitadas probablemente a este archipiélago. Cree el doctor Hooker que por
lo menos 10 especies, entre las que no son peculiares del
archipiélago y se han encontrado cerca de los terrenos cultivados
en la isla de San
Si este
carácter procediese sólo de inmigración americana,
nada habría de particular en el hecho; pero hemos visto que la inmensa
mayoría de los animales terrestres y más de la mitad de las
plantas son producciones indígenas. No hay cosa tan sorprendente como
verse rodeado de pájaros nuevos, nuevos reptiles, conchas nuevas y
nuevos insectos, lo mismo que de plantas también nuevas, y
sentirse, sin embargo, transportado, por decirlo así, a las templadas
llanuras de la Patagonia o á los muy cálidos desiertos del
Norte de Chile por innumerables pequeños detalles de conformación
y hasta por la voz y el plumaje de los pájaros. ¿Cómo es
que, en estos pequeños islotes, que todavía hace poco,
geológicamente hablando, debían estar cubiertos por las aguas del
océano, formados de lavas basálticas, y que difieren, por lo
tanto, del carácter geológico del continente americano,
además de hallarse situadas bajo un clima particular, cómo
es, repito, que en estos islotes, siendo tan diferentes los habitantes,
por el número y por la especie de los del continente, y reaccionando,
por consiguiente, el uno sobre el otro de tan distinto modo, han sido creados
con el tipo americano? Es probable que las islas de Cabo Verde se parezcan por
todas sus condiciones físicas a las Galápagos mucho más de
lo que estás se parecen físicamente a la costa de América,
y sin embargo, los habitantes indígenas de los dos grupos son muy
desemejantes: los de las de Cabo Verde tienen el sello de África,
como los de las
Galápagos llevan el de América.
Todavía
no he hablado del carácter más notable de la historia natural de
este archipiélago, y es: que las diferentes islas están habitadas
por animales de índole marcadísimamente distinta. El
sub-gobernador, Mister Lawson, fue quien me llamó la atención
acerca de este hecho, y me aseguró que las mismas tortugas
diferían mucho en las diversas islas; pudiendo él decir con
certeza la isla de donde procedía cualquiera de estos animales que se le
presentase. Por desgracia, olvidé esta afirmación al principio y
mezclé las colecciones procedentes de dos de las islas. Nunca hubiera
podido imaginar que tuviesen animales diferentes unas islas situadas a 50
ó 60 millas de distancia, casi todas viéndose de unas a otras,
formadas de la misma clase de rocas, situadas bajo un clima enteramente igual y
elevándose todas a la propia altura; pero pronto veremos que el
hecho es exacto. A la mayor parte de los viajeros les sucede, por desgracia,
que se ven obligados a marchar cuando descubren lo más interesante
de una localidad; pero yo he tenido la fortuna de poder proporcionarme
materiales en cantidad suficiente para establecer el notable fenómeno de
la distribución de los animales.
Ya he
dicho que los habitantes aseguran que pueden distinguir las tortugas
procedentes de las diferentes islas, y afirman también que esos
animales no tienen el mismo grueso y ofrecen caracteres diferentes. El
capitán Porter ha descrito las tortugas de la isla
Si
examinamos ahora la flora, hallaremos también que las plantas
indígenas de las diferentes islas presentan, como la fauna, caracteres
muy distintos. De los trabajos de mi amigo el doctor J. Hooker,
que tiene indiscutible
autoridad en la materia, tomo los datos siguientes: comenzaré por decir
que he recogido todas las plantas en flor en las diferentes islas sin
pensar en separarlas; sin embargo, la colección recogida en cada
isla se colocó felizmente en cubierta aparte.
No
obstante, no pude concederse absoluta confianza a los resultados que voy a
indicar, porque las pequeñas colecciones hechas por otros naturalistas
al paso que confirman en parte estos resultados, prueban también en
absoluto que se necesitan todavía muchos estudios en la
botánica de este archipiélago; además, yo no doy las
cifras aproximadas sino respecto de las leguminosas:
Nombre de la Isla |
Número Total de Especies |
Número de especies halladas en otras partes del mundo |
Número de especies particulares del archipiélago de las
Galápagos |
Número confinado en una sola isla |
Número de especies confinadas en el archipiélago de los
Galápagos pero halladas en mas de una sola isla |
James Albermarle Chatham |
71 46 32 68 |
33 18 16 39 (O 29, si se
restan las plantas que han sido probablemente importadas.) |
38 26 16 29 |
30 22 12 21 |
8 4 4 8 |
Resulta
de este cuadro un hecho sorprendente, en verdad, y es que de las treinta y ocho
plantas de la isla James peculiares del archipiélago de las
Galápagos o, en otros términos, que no se encuentran en ninguna
otra parte del mundo, treinta eran exclusivas de dicha isla. De las veintiséis
plantas de la isla de Albermarle, exclusivas de las Galápagos, no
se encuentran más que en esta isla, es decir, que sólo cuatro
crecen en las otras islas del archipiélago, hasta donde pueden probarlo,
al menos, las investigaciones efectuadas hasta ahora. El inmediato cuadro
demuestra que sucede lo mismo con las plantas de la isla
Estaría
muy lejos de ser tan sorprendente la distribución de los habitantes de
este archipiélago si una isla, por ejemplo, poseyera un sinsonte y
otra un pájaro de un género completamente distinto; si una isla
tenía un género de lagarto y otra un género diferente o
ninguno; o bien si las diferentes islas estuviesen habitadas no por especies representativas
de los mismos géneros de plantas, sino por géneros
totalmente diversos, como hasta cierto punto ocurre. Así, y para no dar
más que un solo ejemplo de este último caso, un árbol
grande, que produce bayas y se encuentra en la isla James, no tiene
representación en la isla
He dicho
que la mayor parte de estas islas se hallan a la vista unas de otras y
quizá será bueno que descienda a algunos detalles acerca de este
punto: la isla
La
única explicación que puedo dar de las notables diferencias
que hay entre los habitantes de estas islas es que fuertes corrientes, pasando
en dirección oeste y oestenoroeste, deben separar, en lo que se
refiere al transporte por agua, las islas meridionales de las septentrionales;
además, se ha encontrado entre las islas septentrionales una corriente
enérgica del noroeste que separa la isla Albermarle de la isla
James. Las tempestades de viento son muy raras en este archipiélago, por
consiguiente, ni los pájaros, ni los insectos, ni las semillas pueden
ser transportadas de unas islas a otras. Por último, la gran profundidad
del océano entre ellas, su origen volcánico, sin duda reciente,
en el sentido geológico de la expresión, parecen probar que estas
islas no han estado nunca reunidas, y esa es tal vez la consideración de
más importancia en cuanto a la distribución
geográfica de sus habitantes. Teniendo en cuenta los hechos que acabo de
indicar, sorprende todavía la energía de la fuerza creadora, si
así puede decirse, que se ha manifestado en estas isletas
estériles y pedregosas; y aún se admira más esa
acción diferente, aunque análoga, de la fuerza creadora en puntos
tan próximos entre sí. He dicho que podría considerarse al
archipiélago de las Galápagos como un satélite agregado a América;
pero sería mejor llamarle un grupo de satélites, semejantes bajo
el punto de vista físico, distintos respecto de los organismos, e
íntimamente ligados, sin embargo, unos a otros y todos con el gran
continente americano, de modo muy marcado, aunque mucho menos en definitiva que
lo están uno con otro.
Para
terminar la descripción de la historia natural de estas islas
diré unas cuantas palabras acerca de la falta de timidez en los
pájaros.
Es este
carácter común a todas las especies terrestres, es decir, a los
sinsontes, gorriones, reyezuelos, papa-moscas, palomas y búhos. Todos se
os acercan lo bastante para poder matarlos a palos y hasta para poder cogerlos,
como yo mismo traté de hacerlo, con el sombrero. El fusil es arma poco
menos que inútil en estas islas; yo he llegado a empujar a un
halcón con el cañón de mi carabina. Un día que
estaba sentado en el suelo vino un sinsonte a posarse en el vaso de concha de
tortuga que tenía yo en la mano y se puso a beber en él; mientras
estaba bebiendo levantaba yo el vaso del suelo sin -que el animal se
estremeciese; he tratado muchas veces de coger estos pájaros por las
patas y lo he logrado bastante. Antiguamente deben haber sido más
atrevidos aún que ahora los pájaros de estas islas; pues Cowley
que visitó el archipiélago en 1684 dice: «Tan domesticados
estaban los pájaros que venían a posarse sobre nuestros sombreros
y en nuestros brazos, de tal manera que podíamos cogerlos vivos; se
hicieron algo más tímidos cuando dispararon sobre ellos algunos
de mis compañeros». Dampier
escribe, en el mismo
año, que cualquiera podía matar durante el paseo de una
mañana seis o siete docenas de pájaros. Aunque hoy son bastante
sociables no se posan ya sobre los brazos de los viajeros ni tampoco se dejan
coger en tan gran número. Hasta resulta raro que no se hayan hecho
más ariscos, puesto que durante los últimos ciento cincuenta
años, cazadores y balleneros han visitado con frecuencia estas islas, y
vagando por los bosques los marineros en busca de tortugas, se distraían
matando pajarillos.
Aun
cuando más perseguidos hoy, todavía no se han hecho demasiado
huraños. En la isla
En las
islas Falkland hay también pájaros con el mismo
carácter. Pernety, Lesson y otros viajeros han observado la falta de timidez del
pequeño opetiorhynchus, aun cuando no es carácter exclusivo de
este pájaro, sino que el polyborus, becada, pájaros de tierras bajas,
de tierras altas, el zorzal, el verderón y hasta algunos halcones
son también muy poco tímidos. Esta falta de miedo en un
país en que se crían zorros, halcones y búhos prueba que
no debemos atribuir a la falta de animales carnívoros el atrevimiento
que se observa en los pájaros de las islas Galápagos. Los de las
tierras altas en las islas Falkland, que acostumbran a construir sus nidos en
los islotes inmediatos a la costa, prueban de este modo que temen la vecindad
de los zorros, por más que no se asusten aún del hombre. La
timidez de los pájaros, y en particular de los acuáticos,
forma marcado contraste con las costumbres de la misma especie en la
Tierra del Fuego, donde desde hace siglos los cazan los salvajes. En las islas Falkland puede un
cazador llegar a matar en un día más pájaros de tierras
altas que puede llevar a cuestas; y al contrario en la Tierra del Fuego es tan
difícil matar uno como puede serlo en Inglaterra.
En la
época de Pernety (1763) debían ser mucho menos tímidos que
hoy los pájaros de las islas Falkland; pues afirma este viajero que el opetiorhynchus iba casi a posarse en sus dedos y que un día
mató diez con una varita. En esa época debían ser
allí, por lo tanto, los pájaros tan poco tímidos, como lo
son hoy en las islas Galápagos. En estas últimas parece que se
han aprovechado mucho más despacio de las lecciones de la
experiencia, que en las Falkland; bien es verdad que en éstas han sido
mucho más numerosos los medios de adquirir tal experiencia, porque
además de las visitas frecuentes de barcos mercantes, han sido
colonizadas estas islas en varias ocasiones en períodos más o
menos largos. En la misma época en que todos los pájaros eran tan
decididos, era muy difícil si hemos de creer a Pernety, matar el cisne
de cuello negro; probablemente como ave de paso habría aprendido la cautela
en el extranjero.
Todavía
puedo añadir que, según Du Bois, todos los pájaros de la isla
Borbón, de 1571 a 72, a excepción del flamenco y la oca, eran tan
poco tímidos que podía cogérseles con la mano o matarlos
con un bastón. Carmichael afirma que en Tristán de Acuña,
en el Atlántico, son «tan poco silvestres los dos únicos
pájaros terrestres que allí se encuentran que pueden cazarse con
una manga de coger mariposas. Estos múltiples hechos nos permiten
concluir: 1.0 que el miedo de los pájaros respecto del hombre
es un instinto particular dirigido contra él, y que no depende en modo
alguno de la experiencia en otros orígenes de peligro; 2.0 que los pájaros
no adquieren individualmente ese instinto en poco tiempo, sino cuando se les
persigue mucho y se hace hereditario en el curso de muchas generaciones.
Estamos acostumbrados a ver en los animales domésticos nuevas costumbres
mentales o instintos adquiridos y hechos hereditarios; mientras que en los
animales silvestres debe ser siempre muy difícil descubrir un
conocimiento adquirido por herencia. Sólo hay un medio de explicar la
rusticidad o miedo de los pájaros para el hombre, que es el
hábito hereditario. Muy pocos pájaros jóvenes caza el
hombre relativamente en un año en Inglaterra, por ejemplo, y, sin
embargo, casi todos, hasta los que todavía están en el nido temen
al hombre. Por otra parte, muchos individuos, tanto en las islas
Galápagos como en las Falkland, han sufrido ataques del hombre, y, sin
embargo, no han aprendido todavía a temerle. De todo lo cual podemos
deducir que la introducción de un animal de presa en un país debe
causar desastres horribles antes que los instintos de los habitantes
indígenas se adapten a la astucia o la fuerza del extranjero.
Esta
sección está en construcción, disculpas.
Darwin y las Galapagos |
La Selección
Natural |
7th The Beagle sailed for the Galapagos:
7th The Beagle sailed for the
Galapagos:
15th on the 15th she was
employed in surveying the outer coast of Chatham Isd1 the S. Eastern
one of the Archipelago. |604|
1 The Spanish name of Chatham Island
now used is Isla San Cristobal.
16th The next day we ran near Hoods Isd1
& there left a Whale boat. — In the evening the Yawl was also sent
away on a surveying cruize of some length. —
The weather, now & during the passage, has continued as on the coast of
Peru, a steady, gentle breeze of wind & gloomy sky. — We landed for
an hour on the NW end of Chatham Isd.
— These islands at a distance have a sloping uniform outline, excepting
where broken by sundry paps & hillocks. —
The whole is black Lava, completely
covered by small leafless brushwood & low trees. — The fragments of
Lava where most porous are reddish & like cinders; the stunted trees show
Chart of the Galapagos Islands (from part of a map in Narrative 1).
little signs of life. — The black rocks
heated by the rays of the Vertical sun like a stove, give to the air a close
& sultry feeling. The plants also smell unpleasantly. The country was
compared to what we might imagine the cultivated parts of the Infernal regions to be. —2
This day, we now being only
40 miles from the Equator, has been the first warm one; up to this time all on
board have worn cloth clothese; & although no one
would complain of cold, still less would they of too
much warmth. — The case would be very different if we were cruizing on the Atlantic side of the Continent.
1 Now Isla Española.
2 In a letter to Caroline Darwin from
Lima, CD had written: 'I am very anxious for the
[page] 353 GALAPAGOS ISDS SEPTEMBER 1835
Galapagos Islands, —
I think both the Geology & Zoology cannot fail to be very
interesting.—' And also from Lima he wrote to W.
D. Fox: 'I look forward to the Galapagos, with more interest than any other
part of the voyage. — They abound with active Volcanoes & I should
hope contain Tertiary strata. —' See Correspondence 1: 458 and 460. In the event, he saw
few examples of currently active volcanoes in the Galapagos, and it was the
zoology of the islands that proved to be of greatest interest.
l7th The Beagle was moved into St Stephens harbor.
We found there an American Whaler & we previously had seen two at Hoods
Island. — |605| The Bay swarmed with animals; Fish, Shark & Turtles
were popping their heads up in all parts. Fishing lines were soon put overboard
& great numbers of fine fish 2 & even 3 ft long were caught. This sport
makes all hands very merry; loud laughter & the heavy flapping of the fish
are heard on every side. — After dinner a party went on
shore to try to catch Tortoises, but were unsuccessful. — These
islands appear paradises for the whole family of Reptiles. Besides three kinds
of Turtles, the Tortoise is so abundant; that [a] single Ship's company here
caught from 500–800 in a short time. — The black Lava rocks on the
beach are frequented by large (2–3 ft) most disgusting, clumsy Lizards.
They are as black as the porous rocks over which they crawl & seek their
prey from the Sea. — Somebody calls them "imps of darkness".
— They assuredly well become the land they inhabit. — When on shore
I proceeded to botanize & obtained 10 different flowers; but such
insignificant, ugly little flowers, as would better become an Arctic, than a
Tropical country. — The birds are Strangers to Man & think him as
innocent as their countrymen the huge Tortoises.1 Little birds
within 3 & four feet, quietly hopped about the Bushes & were not
frightened by stones being thrown at them. Mr
King |606 |killed one with his hat & I pushed off a branch with the end of
my gun a large Hawk. —
1In Down House Notebook 1.17, CD
wrote soon after arriving at the Galapagos: 'The Thelma very tame & curious
in these Islands. I certainly recognise S. America in
Ornithology. Would a botanist? ¾ of plants in flower.'
See CD and the Voyage p. 247.
18th Again we moved our Anchorage &
again after dinner took a long walk. — We ascended the broken remains of
a low but broard crater. The Volcano had been
sub-marine — the strata which dipped away on all sides were composed of
hard Sandstones composed of Volcanic dust. A few
leagues to the North a broken country was studded with
small black cones; the ancient chimneys for the subterranean melted fluids.
— The hunting party brought back 15 Tortoises: most of them very heavy
& large. One weighed lbs. — 1
1The space left for filling in the
weight of the tortoise remains blank.
[page] 354 GALAPAGOS ISDS SEPTEMBER 1835
19th
& 20th During these two days surveyed the seaward coast of the Isd & returned to an anchor where we had
found the Whaler. — At one point there were little rills of water, &
one small cascade. — The valleys in the neighbourhead
were coloured a somewhat brighter green. — Upon
first arriving I described the land as covered with leafless brushwood; &
such certainly is the appearance.
I believe however almost every plant or tree is now both in flower & its
leaf. — But the most prevalent kinds are ornamented with but very few
& these of a brown color.
21st My servant & self were landed a
few miles to the NE in order that I might examine the district mentioned above
as resembling |607| chimney. The comparison would have been more exact if I had
said the Iron furnaces near Wolverhampton. —
From one point of view I counted 60 of these truncated hillocks, which are only
from 50 to 100 ft above the plain of Lava. — The age of the various
streams is distinctly marked by the presence & absence of Vegetation; in
the latter & more modem nothing can be imagined more rough & horrid.
— Such a surface has been aptly compared to a sea petrified in its most
boisterous moments. No sea however presents such irregular undulations, —
nor such deep & long chasms. The craters are all entirely inert; consisting
indeed of nothing more than a ring of cinders. — There are large circular
pits, from 30 to 80 ft deep; which might be mistaken for Craters, but are in reality
formed by the subsidence of the roofs of great caverns, which probably were
produced by a volume of gaz at the time when the Lava
was liquid. — The scene was to me novel & full of interest; it is
always delightful to behold anything which has been long familiar, but only by
description. — In my walk I met two very large
Tortoises (circumference of shell about 7 ft). One was eating a Cactus &
then quietly walked away. — The other gave a deep & loud hiss &
then drew back his head. — They were so heavy, I could scarcely Iift |608| them off the ground. — Surrounded
by the black Lava, the leafless shrubs & large Cacti, they appeared most
old-fashioned antediluvian animals; or rather inhabitants of some other planet.
—
22nd We slept on the sand-beach, &
in the morning after having collected many new plants, birds, shells &
insects, we returned in the evening on board. — This day was glowing hot,
& was the first when our closeness to the Equator was very sensible.
—
23rd
& 24th Crossed over & came to an anchor at Charles Island. —1
Here there is a settlement of only five to 6 years standing. An Englishman Mr
[page] 355 GALAPAGOS ISDS SEPTEMBER 1835
Lawson2 is now
acting as Governor. — By chance he came down to visit a Whaling Vessel
& in the morning accompanied us to the Settlement. —
1Now Isla Florena.
2Mr Nicholas O. Lawson was an
Englishman serving the Republic of the Equator, or Ecuador.
25th This is situated nearly in the
centre of the Island, about 4 &½ miles inland, & elevated
perhaps 1000 ft above the sea. — The first part of the road passed
through a thicket of nearly leafless underwood as in
Chatham Isd — The dry Volcanic soil affording a congenial habitation only
to the Lizard tribe. — The wood gradually becomes greener during the
ascent. — Passing round the side of the highest hill; the body is cooled
by the fine Southerly trade wind & the eye refreshed by a plain green as
England in the Spring time. — Out of the wood extensive patches |609|
have been cleared, in which sweet Potatoes (convolvulus Batata)
& Plantains grow with luxuriance. — The houses are scattered over the
cultivated ground & form what in Chili would be called a
"Pueblo". — Since leaving Brazil we have not seen so Tropical a
Landscape, but there is a great deficiency in the absence of the lofty, various
& all-beautiful trees of that country. — It will not easily be
imagined, how pleasant the change was from Peru & Northern Chili, in walking
in the pathways to find black mud
& on the trees to see mosses, ferns & Lichens & Parasitical plants adhæring. — Owing to an unusual quantity of
rain at this time of year, I suspect we have seen the Island at its full
advantage. — I suspect this the more from meeting with singularly few
insects of any of the orders. — If such luxuriance is constant this
scarcity of its universal concomitants is very remarkable — The inhabitants are in number 200–300: nearly all are
people of color & banished for Political crimes from the State of the
Equator (Quito & Guyaquil &c) to which this
Archipelago belongs. — It appears the people are far from contented; they
complain, here as in Chiloe, of the deficiency of
money: I presume there is some more essential want than that of mere Currency,
namely want of sale of their produce. — This of course will gradually be
ameliorated. — already on an average, |610| in
the year 60–70 Whaling vessels call for provisions & refreshment.
— The main evil under which these islands suffer is the scarcity of
water. — In very few places streams reach the beach so as to afford
facilities for the watering of Shipping. Every where the porous nature of the Volcanic rocks has a tendency to absorb without again
throwing up the little water which falls in the course of the year. — At
the Settlement there are several springs & small pools, three or four of
which are said never to fail. — Generally the islands in the Pacifick are subject to years of drought & subsequent
scarcity; I should be afraid this group will not afford an exception. —
The inhabitants here lead a sort of Robinson Crusoe life; the houses are very
simple, built of poles & thatched with grass. — Part of their time is
employed in hunting the wild pigs & goats with which the woods abound; from
the climate, agriculture requires but a small portion. — The main article
however of animal food is the Terrapin or Tortoise: such numbers yet remain
that it is calculated two days hunting will find food for the other five in the
week. — Of course the numbers have been much reduced; not many years
since the Ship's company of a Frigate brought down to the Beach in one day more
than 200,— where |611| the settlement now is,
around the Springs, they formerly swarmed. — Mr
Lawson thinks there is yet left sufficient for 20 years: he has however sent a
party to Jame's1 Island to salt (there is a Salt mine there) the
meat. — Some of the animals are there so very large, that upwards of 200
£bs of meat
have been procured from one. — Mr
Lawson reccollect having seen a Terrapin which 6 men
could scarcely lift & two could not turn over on its back. These immense
creatures must be very old, in the year 1830 one was caught (which required 6
men to lift it into the boat) which had various dates carved on its shells; one
was 1786. — The only reason why it was not at that time carried away must
have been, that it was too big for two men to manage. — The Whalers
always send away their men in pairs to hunt. —
1 James is the name still in use, the
Spanish alternatives being Santiago or San Salvador.
26th&
27th I
industriously collected all the animals, plants, insects & reptiles from
this Island. — It will be very interesting to find from future comparison
to what district or "centre of creation" the organized beings of this
archipelago must be attached. — 1
I ascended the highest hill
on the Isd, 2000 ft. — it was
covered in its upper part with coarse grass & Shrubs. — The remains
of an old Crater were very evident; small as the whole island is, I counted 39 conical hills, in the summit of all of
which there was a more or less perfect circular depression. |612| It is long since the Lava streams which form the lower parts
of the Island flowed from any of these Craters: Hence we have a smoother
surface, a more abundant soil, & more fertile vegetation. — It is
probable that much of the Lava is of subaqueous
origin. —
1In a letter to Henslow
from Sydney written four months later, CD said: 'I last wrote to you from Lima,
since which time I have done disgracefully little in Nat: History; or rather
[page] 357 GALAPAGOS ISDS SEPTEMBER 1835
I should say
since the Galapagos Islands, where I worked hard. — Amongst other things,
I collected every plant, which I could see in flower, & as it was the
flowering season I hope my collection may be of some interest to you. — I
shall be very curious to know whether the Flora belongs to America, oris peculiar. I paid also much attention to theBirds, which I suspect are very curious. —' See Correspondence 1: 485.
Later, when CD
was completing his ornithological notes some time between mid-June and August
1836, he wrote: 'Thenca (Mimus
Thenca). These birds are closely allied in appearance
to the Thenca of Chile. They are lively, inquisitive,
active, run fast, frequent houses to pick the meat of the tortoise which is
hung up, — sing tolerably well, — are said to build a simple open
nest, — are very tame, a character in common with other birds. I
imagined, however, its note or cry was rather different from the Thenca of Chile —? Are very abundant over the whole
Island; are chiefly tempted up into the high & damp parts by the houses
& cleared ground.'
'I have
specimens from four of the larger Islands; the specimens from Chatham &
Albemarle lsd. appear to be
the same, but the other two are different. In each lsd. each kind is
exclusively found; habits of all are indistinguishable.'
'When I
recollect the fact, that from the form of the body, shape of scales &
general size, the Spaniards can at once pronounce from which Isd. any tortoise may have been
brought: — when I see these Islands in sight of each other and possessed
of but a scanty stock of animals, tenanted by these birds but slightly
differing in structure & filling the same place in Nature, I must suspect
they are only varieties. The only fact of a similar kind of which I am aware is
the constant asserted difference between the wolf-like Fox of East & West
Falkland lsds. — If there is the slightest
foundation for these remarks, the Zoology of Archipelagoes will be well worth
examining; for such facts would undermine the stability of species.' See Nora
Barlow, 'Darwin's Ornithological Notes', Bulletin
of the British Museum (Natural History), Historical Series, 2: 201–78, 1963; and F. J. Sulloway, 'Darwin's Conversion: The Beagle Voyage and Its Aftermath', Journal of the History of Biology, 15:
325–96,1982.
The first
stirrings of doubt about the immutability of species had evidently struck him
by now.
28th Steered towards the Southern end of
Albermale Isd,1
which was surveyed.
1 The correct spelling is Albemarle,
and the island is now known as Isabela.
29th Anchored at Noon in a small cove
beneath the highest & boldest land which we have yet seen. — The
Volcanic origin of all is but too plainly evident: Passed a point studded over
with little truncated cones or Spiracles as some Author calls them; the Craters
were very perfect & generally red-coloured
within. — The whole had even a more work-shop
appearance than that described at Chatham Isd.
— A calm prevented us anchoring for the night.
—
30th The next day, a light breeze
carried us over the calm sea, which lies between Narborough1 & Albermale Isd. In the
latter, high up, we saw a small jet of steam issuing from a Crater. — Narborough Isld presents a more
rough & horrid aspect than any other; the Lavas are generally naked as when
first poured forth. — When H.M.S. Blonde was here there was an active
Volcano in that Island. — After sun-set, came to an anchor in Banks cove
in Albermale Isd
& which cove subsequently turned out to |613| be the Crater of an old
Volcano.
[page] 358 GALAPAGOS ISDS SEPTEMBER 1835
Albemarle and Charles Islands, by S. Bull after P. G. King (Narrative 2: 498).
1 Now Isla
Fernandina.
[page] 359 GALAPAGOS ISDS OCTOBER 1835
October
1st Albermale Is is as it
were the mainland of the Archipelago, it is about 75
miles long & several broad. — is composed of 6 or 7 great Volcanic
Mounds from 2 to 3000 ft high, joined by low land formed of Lava & other Volcanic substances. — Since leaving the last Island,
owing to the small quantity of water on board, only half allowance of water has
been served out (ie ½ a Gallon for cooking
& all purposes). — This under the line with a Vertical sun is a sad
drawback to the few comforts which a Ship possesses. — From different
accounts, we had hoped to have found water here. — To our disappointment
the little pits in the Sandstone contained scarcely a Gallon & that not good. — it was however
sufficient to draw together all the little birds in the country. — Doves
& Finches1 swarmed round its margin. — I was reminded of
the manner in which I saw at Charles Isd a boy
procuring dinner for his family. Sitting by the side of the Well with a long
stick in his hand, as the doves came to drink he killed as many as he wanted
& in half an hour collected them together & carried them to the house.
—
To the South of the Cove I
found a most beautiful Crater, elliptic in form, less than a mile in its longer
axis & about 500 ft deep. — Its bottom was occupied by a lake, out of
which a tiny Crater formed an Island. — The day |614| was overpowringly hot; & the lake looked blue & clear.
— I hurried down the cindery side, choked with dust,
to my disgust on tasting the water found it Salt as brine. — This crater
& some other neighbouring ones have only poured
forth mud or Sandstone containing fragments of Volcanic rocks; but from the
mountain behind, great bare streams have flowed, sometimes from the summit, or
from small Craters on the side, expanding in their descent have at the base
formed plains of Lava. — The little of the country I have yet seen in
this vicinity is more arid & sterile than in the other Islands. — We
here have another large Reptile in great numbers. — it
is a great Lizard, from 10–15 lb in weight & 2–4 ft in length,
is in structure closely allied to those imps of darkness which frequent the
sea-shore. — This one inhabits burrows to which it hurrys
when frightened with quick & clumsy gait. — They have a ridge &
spines along the back; are colored an orange yellow, with the hinder part of
back brick red. — They are hideous animals; but are considered good food:
This day forty were collected. —
1This appears to be the only mention
made by CD, either in the Diary
or in his pocketbooks, of the family of finches that came to bear his name and
to he most closely associated with the development of his ideas about
speciation. However, the relative lack of interest in the Geospizidae
displayed by CD when he was actually collecting birds in the Galapagos is consistent
with the conclusion of Sulloway ('Darwin and his
Finches: The Evolution of a Legend', Journal
of the History of Biology 15:
1–53, 1982) that it was not until the Bragle's
specimens were classified by John Gould early in 1837 that the true significance
of their variability between the individual islands first became apparent to
him.
By the time
the Journal of Researches was
published in 1839, CD no longer believed in the fixity of species, but the most
radical of his ideas were still kept strictly to himself. He did not give a
great deal away when he wrote: 'It has been mentioned, that the inhabitants an
distinguish the tortoises, according to the islands whence they are brought I
was also informed that many of the islands possess trees and plants which do
not occur on the others. For instance the berry-bearing tree, called Guyavita, which is common on James Island, certainly is not
found on Charles Island, though appearing equally well fitted for it.
Unfortunately, I was not aware of these facts till my collection was nearly
completed:
[page] 360 GALAPAGOS ISDS OCTOBER 1835
it never occured to me, that the productions of islands only a few
miles apart, and placed under the same physical conditions, would be
dissimilar. I therefore did not attempt to make a series of specimens from the
separate islands. It is the fate of every voyager, when he has just discovered
what object in any place is more particularly worthy of his attention, to be
hurried from it. In the case of the mocking-bird, I ascertained (and have
brought home the specimens) that one species (Orpheus trifasciatus, Gould) is
exclusively found in Charles Island; a second (O. parvulus) on Albemarle
Island; and a third (O. melanotus) common to james and Chatham Islands. The last two species are
closely allied, but the first would be considered by every naturalist as quite
distinct. I examined many specimens in the different islands, and in each the
respective kind was alone
present. These birds agree in general plumage, structure, and habits; so that
the different species replace each other in the economy of the different
islands. These species are not characterized by the markings on the plumage
alone, but likewise by the size and form of the bill, and other differences. I
have stated, that in the thirteen species of
ground-finches, a nearly perfect gradation may be traced, from a beak
extraordinarily thick, to one so fine, that it may be compared to that of a
warbler. I very much suspect, that certain members of
the series are confined to different islands; therefore, if the collection had
been made on any one island,
it would not have presented so perfect a gradation. It is clear, that if
several islands have each their peculiar species of the same genera, when these
are placed together, they will have a wide range of character. But there is not
space in this work, to enter on this curious subject.' See Journal of Researches pp. 474–5.
FitzRoy's
ideas had also changed between the return of the Beagle and publication of the Narrative, since following his marriage he had become a
firm believer in the absolute truth of the Bible. His view of the significance
of the beaks of the finches differed somewhat from CD's, for he wrote: 'All the
small birds that live on these lava-covered islands have short beaks, very
thick at the base, like that of a bull-finch. This appears to be one of those
admirable provisions of Infinite Wisdom by which each created thing is adapted
to the place for which it was intended' See Narrative
2: 503.
In the 1845
edition of the Journal of Researches,
the theme of the gradation of the beaks of the ground finches was further
expanded, and CD unwrapped his ideas just a little further: 'Seeing this
gradation and diversity of structure in one small, intimately related group of
birds, one might really fancy that from an original paucity of birds in this
archipelago, one species had been taken and modified for different ends.' See Journal of Researches, 2nd edn, p. 380.
October
2nd
Sailed from this Crater Harbor: but were becalmed during the greater part of
the day in the Straits which separates the two Islands:
3rd We then stood round the North end
of Albermale Island. — The whole of this has
the same sterile dry appearance; is studded with the small Craters which are
appendages to the great Volcanic mounds, — & from which in very many
places the black Lava has flowed, the configuration of the streams being like
that of so much mud. — I should think it would be difficult to find in
the intertropical latitudes a piece of land 75 miles
long, so entirely useless to man or the larger animals. — From the
evening of this day to the 8th was most unpleasant passed in struggling to get
about 50 miles to Windward against a strong current.
8th At last we reached Jame's Island, the rendezvous of Mr
Sulivan. — Myself, Mr Bynoe & three
men were landed with provisions, there to wait till the ship returned
from watering at Chatham Isd. — We
found on the Isld a party of men sent by Mr Lawson from Charles Isd
to salt fish & Tortoise meat (& procure oil from the latter). —
Near to our Bivouacing place, there was a miserable
little Spring of Water. — We employed these men to bring us sufficient
for our daily consumption. — We pitched our tents in a small valley a
little way from the Beach. — The little Bay was formed by two old
Craters: in this island as in all the others the mouths from which the Lavas
have flowed are thickly studded over the country.1
1Note in margin: 'Freshwater Cove of
the Buccaniers'.
9th Taking with us a guide we proceeded
|616| into the interior & higher parts of the Island, where there was a
small party employed in hunting the Tortoise. — Our walk was a long one.
— At about six miles distance & an elevation of perhaps 2000 ft the
country begins to show a green color. — Here there are a couple of hovels
where the men reside. — Lower down, the land is like that of Chatham Isd, — very dry & the trees nearly
leafless. I noticed however that those of the same species attained a much
greater size here than in any other part. — The Vegetation here deserved
the title of a Wood: the trees were however far from tall & their branches
low & crooked.1 About 2 miles from the Hovels & probably at
an additional 1000 ft elevation, the Springs are
situated. They are very trifling ones, but the water good & deliciously
cold. — They afford the only watering places as yet discovered in the
interior. — During the greater part of each day clouds hang over the
highest land: the vapor condensed by the trees drips down like rain. Hence we
have a brightly green & damp Vegetation & muddy soil. — The
contrast to the sight & sensation of the body is very doubtful after the
glaring dry country beneath. — The case is exactly similar to that
described in Charles Isd. — So great
a change with |617| so small a one of elevation cannot fail to be striking.
— On the 12th I paid a second visit to the houses, bringing
with me a blanket bag to sleep in. — I thus enjoyed two days collecting
in the fertile region. — Here were many plants, especially Ferns; the
tree Fern however is not present.2 The
tropical character of the Vegetation is stamped by the commonest tree being covered with compound
flowers of the order of Syngynesia. — The
tortoise when it can procure it, drinks great quantities of water: Hence these
animals swarm in the neighbourhead of the Springs. — The average size of the full-grown ones is
nearly a yard long in its back shell: they are so strong as easily to carry me,
& too heavy to lift from the ground. — In the pathway many are travelling to the water & others returning, having
drunk their fill. — The effect is very comical in seeing these huge
creatures with outstreched neck so deliberately
pacing onwards. — I think they march at the rate 360 yards in an hour;
perhaps four miles in the 24. — When they arrive at the Spring, they bury their heads above the eyes in the muddy water & greedily suck in
great mouthfulls, quite
regardless of lookers on. —
Wherever there is water, broard & well beaten roads lead from all sides to it,
|618| these extend for distances of miles. — It is by this means that
these watering places have been discovered by the fishermen. — In the low
dry region there are but few Tortoises: they are replaced by infinite numbers
of the large yellow herbivorous Lizard mentioned at Albermale
Isd. — The burrows of this animal
are so very numerous; that we had difficulty in finding a spot to pitch the
tents. — These lizards live entirely on vegetable productions; berrys, leaves, for which latter they frequently crawl up
the trees, especially a Mimosa; never drinking water, they like much the
succulent Cactus, & for a piece of it they will, like dogs, struggle [to]
seize it from another. Their congeners the "imps of darkness" in like
manner live entirely on sea weed.— I suspect
such habits are nearly unique in the Saurian race.
In all these Islds the dry parts reminded me of Fernando Noronha; perhaps the affinity is only in the similar
circumstance of an arid Volcanic soil, a flowering leafless Vegetation in an Intertropical region, but without the beauty which
generally accompanies such a position. —
During our residence of two
days at the Hovels, we lived on the meat of the Tortoise fried in the
transparent Oil which is procured from the fat. — |619| The Breast-plate
with the meat attached to it is roasted as the Gauchos do the "Carne con cuero". It is then very good. — Young Tortoises
make capital soup — otherwise the meat is but, to my taste, indifferent
food. —3
1Note in margin: 'Saw some having
circumference of 8 ft & several of 6 ft'.
2Note in margin: 'Not any Palm'.
3According to FitzRoy,
several tortoises were eventually brought alive to England. He recorded that a
hunting party brought 18 on board from Chatham Island on 18 September, and a
further 30 on 12 October. 'The largest we killed was three feet in length from
one end of the shell to the other: but the large ones are not so good to eat as
those of about fifty pounds weight — which are excellent, and extremely
wholesome food.' See Narrative
2: 504.
11th The Mayór-domo
took us in his boat to the Salina which is situated about 6 miles down the
coast. — We crossed a bare & apparently recent stream of Lava which
had flowed round an ancient but very perfect Crater. — At the bottom of
this Crater is a Lake, which is only 3 or 4 inches deep & lies on layers of
pure & beautifully Crystallized Salt. The Lake is quite circular &
fringed with bright breen succulent plants; the sides
of Crater are steep & wooded; so that the whole has rather a pretty
appearance. — A few years since in this quiet spot the crew of a Sealing
vessel murdered their Captain. We saw the skull lying in the bushes. —
In rocky parts there were
great numbers of a peculiar Cactus whose large oval leaves connected together
formed branches rising from a cylindrical trunk. —1 In places also a Mimosa was common; the shade from its
foliage was very refreshing, after being exposed in the open wood to the
burning Sun.
1Sketch in the margin:
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12th
—16th We all were busily employed during these days
in collecting all sorts of Specimens. |620| The little
well from which our water was procured was very close to the Beach: a long
Swell from the Northward having set in, the surf broke over & spoiled the
fresh water. — We should have been distressed if an American Whaler had
not very kindly given us three casks of water (& made us a present of a
bucket of Onions). Several times during the Voyage Americans have showed
themselves at least as obliging, if not more so, than any of our Countrymen
would have been. Their liberality moreover has always been offered in the most hearty manner. If their prejudices against the English
are as strong as our's against the Americans, they
forget & smother them in an admirable manner. —
16th The weather during nearly all the
time has been cloudless & the sun very powerful; if by chance the trade
wind fails for an hour the heat is very oppressive. During the two last days,
the Thermometer within the Tents has stood for some hours at 93°. —
In the open air, in the wind & sun, only 85°. — The sand was
intensely hot, the Thermometer placed in a brown
kind immediately rose to 137, & how much higher it would have done I do not
know: for it was not graduated above this:— The black Sand felt far hotter, so that in thick boots it was very disagreeable to
pass over it. — |621|
17th In the afternoon the Beagle sent in
her boats to take us on board. —
18th Finished the survey of Albermale Isd; this East side of
the Island is nearly black with recent uncovered Lavas. — The main hills
must have immense Cauldron like Craters, — their height is considerable,
above